domingo, 30 de marzo de 2008

LA LEYENDA DEL SILENCIO

LA LEYENDA DEL SILENCIO 1

Caminando en la montaña,
andando cerca del templo,
busco entre sombras el cuerpo
de una amiga que yo tengo.

El libro llevo en las manos
que dice lo que ocurrió,
y releyendo el recuerdo
tal vez la encuentre, creo yo.

A esta página primera
he de pedirle que me hable,
que me diga lo que era...

Era un día desagradable,
de esos que tienen colores
vistos por siglos iguales:
día sin hambre;
día sin ganas
de luchar ni de vencer.

Ahí estaba,
rodando con el planeta,
viviendo sin darme cuenta
y respirando sin querer.

Cansado
de la edad, de las pasiones
y de muchas otras cosas,
que perdieron interés.

¿Ya era viejo?
No lo sé.
Hasta al cielo lo vi enfermo
de vencida madurez.

Creo que todo estaba quieto,
implorando por no ser.
La vida se fue cayendo
lentamente en el sopor,
del sueño que viene a veces
sin motivo y sin razón.

Quise yo
no ser rebelde,
y también cerré los ojos.
Descansé.







¿Sueño? 2
¡Digo que no!
¡Eso no fue!
Todo admito por producto
de intensa imaginación,
todo, hasta el haber nacido
le regalo a la insistencia
de una loca fantasía.

No reclamo la existencia
de mis dolores y gustos,
no defiendo la memoria
ni amparo las sensaciones,
de la historia que por mía
tengo creída y supongo.

Todo lo regalo al sueño,
pero, Doncella ¡Tu no!

Es cierto que yo dormía.
Es cierto que entre la hierba,
mi cuerpo desnudo estaba
de voluntad y de vida.

Pero también -yo lo juro-
fue la hierba que, temblando
me interrumpió en el descanso,
y me suspendió el respiro,
porque una sombra venia
por el lugar caminando;
porque no pasar podías
sin que te hubiera mirado.

Doncella: al abrir los ojos,
el Sol que te acompañaba
me deslumbró.

Si bien, la pupila herida
a mirar se resistía,
mi asombro, que fue más fuerte,
te preguntó:
- ¿Quién eres?

- Soy yo.

- ¿No más tienes por respuesta?

- Más no.

- ¿Si quieres pasar me quito.






- Ya estamos en el lugar 3
que tenemos merecido.
Inútil seria escapar
del "nosotros" que ahora empieza.
Ya no eres tú, y no soy yo,
ya nos llamamos "Destino".
Soy yo la que no esperabas,
y tú el que yo no buscaba.
¡Levántate, y ven conmigo!

Así me dijo tu voz
con sus únicas palabras.
Más te hubiera preguntado,
pero vi que te alejabas
y te seguí confundido.

Todo por sueño lo tengo,
todo, hasta el haber nacido,
pero, Doncella: ¡Tú no!
Tú, con tu cabello al viento,
tu con tu manto raído,
tú con los pies descubiertos,
tú con tu agitado aliento.
¿Sueño? Doncella: ¡Tú no!

Caminamos pues, despacio
por un camino repleto
para mi de nuevo enigma,
que pedía ser descubierto.

....................................................

Allá en la montaña hicimos
nuestra morada.

Allá en lo alto aprendimos
Ciencia Sagrada.

Aprendimos en silencio,
sin uso de la palabra;
sin gesto y sin intenciones.
Yo las preguntas ahogaba,
tu las respuestas matabas.
Llegué a saberlo así todo,
de oculto ya no hubo nada.

Años pasaron,
vidas murieron;
y tú y yo:
unidos en la mirada
de ojos cerrados;
hablando con voz que emiten
bocas calladas.





Ya no vivía. 4
Ya no sentía.
Pero recuerdo,
porque quería seguirlo siendo,
que ello era bueno.

Un día que fue,
y con más silencio,
dijiste que ya podía
salir del templo;
y me pusiste en las manos
un libro viejo.

Hojas obscuras que fui leyendo,
para saber de la Historia el tiempo,
del Universo,
del Firmamento.

¿Cual fue el reloj que aquellas horas fue midiendo?
Ya no lo tengo:
si era de arena
ahora es desierto,
y, si de Sol,
ahora está ciego.

Reloj sin ojos y de dunas mar cubierto:
¿Donde está el alma que en silencio me mostraba
una pregunta, una respuesta y un camino?
Eso fue cierto:
por detrás de mi memoria hay mil estrellas,
y ellas me dicen que no miento,
que estoy vivo, y lo que siento.

Doncella aquella:
¿Tan solo fuiste imaginada?
¿Por qué creerlo?
Aún tengo el libro
y lo tengo abierto:
obscuras hojas
y olor a viejo.

Después, recuerdo,
te dije: - Voy por un corto tiempo
al Mundo, mas luego vuelvo.
Quiero ver gente, quiero mostrarles
el gran valor que tiene el Silencio.
Llevo tu libro y voy a leerlo,
no con la voz, sino el pensamiento.

..................................................................




¿Para qué hablar de mi ministerio? 5
Nadie escuchaba a un hombre callado;
todos gritaban y reclamaban
por ser oídos siempre el primero.

Sentí verguenza,
hablé despacio,
después a gritos, luego no entiendo
como es que el ruido ya me gustaba.

Y dije: - Vuelvo allá a la montaña
por esa que antes me acompañaba.

Te vi de nuevo donde aguardabas,
y ahí, dormida sobre la hierba,
pedí a mi sombra te despertara.

- Soy yo, el que tú esperabas,
y tú la que yo buscaba.
Levántate y ven conmigo.

- No -suplicaste-.
Porque el libro no se desprendió bajo tu brazo;
porque miras otra vez con la mirada;
porque expresas otra vez con la palabra;
porque ya no quieres seguir siendo "Nada".

- Una vez seguí tus pasos;
ahora tú sigue los míos.
Esta vez por mi camino
y sin entrar en el templo,
nueva ciencia encontraremos.
-exigí- y no sé como
ni por qué, pero aceptaste.

Así como mi silencio
te entregué mudo y sereno,
con la misma sumisión
que me hice tuyo en el templo,
así bajaste conmigo
al Mundo, mi nuevo dueño.

¿Miedo tenias?
Nada pasaba:
quieta al principio, siempre callada,
luego sonriente, y después
profana.

....................................................







No sabré lo que pasó en el Mundo. 6
No sabré lo que nosotros fuimos.
Solo recuerdo que un día
era tanto nuestro ruido,
que hasta locos lo adoramos,
sin cansarnos.

Ya no fuimos
nunca más lo antes sido.
Ya no fuiste
mi Doncella sin palabras.
Ya no fui
tu discípulo callado.
Otra vez vivimos otra vida
y la quisimos.
¿O tú no?
¿Era solo el pago amable
por mi anterior vocación?

¡Te gustaba, yo lo sé!
Tu silencio era de miedo,
porque nunca habías tenido
tanta devota atención
como la que yo te di.

................................................

Un día todo terminó.
Te dije: - Este verano
iremos a la montaña.
Volveremos a lo alto,
donde no existe el sonido;
llevaremos por regalo
una canción y un suspiro;
inventaremos la vida
allá donde no se siente;
cuando el Sol salga diremos:
¡Que todo tenga latido!

Pero no sé como fue.
Al llegar a nuestro templo
nunca amaneció otra vez:
¡Ni luz antes, ni después!

Ahora, mirando en las sombras
me pregunto por saber:
¿Donde estará aquella amada
que quiero volver a ver?

¿Donde se fue esta mañana
que yo no me desperté?
Recuerdo que ayer estaba,
pero hoy ya no la encontré.




......¿O fue un sueño? 7
Doncella: ¡Tú no!
Un libro tengo en las manos
que dice lo que ocurrió.

Así, mientras el recuerdo
va dictándome la historia,
voy ansioso tras el cuerpo
que ya muy cerca presiento.

Ya el caminar no me sabe,
ni el cansancio estoy sintiendo.
¡Allá entre la hierba veo
a esa amiga que yo tengo!

Descansando está tendida
y entre mis brazos la quiero,
pero ¿Si no hay sombra mía,
con qué entonces la despierto?
Con mi Canto, eso espero.

Su cabello por mis dedos
resbala como agua fresca,
pero no siento su aliento
¿Es que estará acaso muerta?

......................................................

Doncella, incierta,
mi amiga del amanecer velado:
-Con el libro de las páginas obscuras
bien abierto entre las manos,
voy a hablarte de las cosas que no fueron,
y del Sol que nos dejó esperando este Verano.

Tú no sabes,
porque el tiempo lo has soñado;
tú, dormida,
de esto no te has enterado.

¡Ya, despierta!
Has de saber donde estamos;
has de sentir lo que hoy muere
y has de rogar su descanso.

De ese lugar que habitamos
con el gusto de ser nuestro:
¡Nada queda!
Seducido por el viento
se me escurrió entre las manos.





Ya no miro, 8
ya no alcanzo
con el poder del recuerdo
a precisar lo que era.

Pero quiero,
porque sé largo el camino,
tu huella junto a la mía.

Vamos, te suplico;
con el roce de tu piel entre la hierba...
así empezamos.

Despierta,
que la vida aún nos espera
para, sin fuerzas buscarnos,
beso de fango y de frente,
que con placer todo humilla:
así la muerte, hacia allá vamos.

Date prisa.
Vístete de vanidad
y del color de este día;
ponte aromas en el cuerpo
con esencias del pasado,
como si fuera a vivirse
otra vida todavía;
como si no hubiera habido
este Verano nublado.

Por favor,
despierta ya.
Estoy aquí, a tu lado.

Mientras espero impaciente,
voy a hundirme en la memoria
para que entiendas lo que hablo,
para que sepas lo que hago:

Fue alguna vez.
Al empezar un Verano
con promesas de asoleado.

El dolor de imaginar ya había nacido,
y creímos.

Noches sin carga de sueño,
sin medida y sin sentido.
No había calor en el cuello,
y reímos.
Así surgió del silencio
nuestro Ruido.




Temporada larga 9
de amorosa comunión entre los tonos
y los ritmos.

Luego, por miedo al silencio
nos unimos.

¿Es que no recuerdas ya
el honor con que cumplimos
los juramentos de: Nunca
permitir Toque de Queda?

¿Por qué entonces no te lleva
el poder de nuestra ciencia
a seguir siendo lo sido,
y despertar de una vez?

Pero sigo,
tal vez ya me escuchas bien,
y pronto serás conmigo.

Decía, pues,
que el silencio ya nos era conocido,
como enemigo, ya que
no lo habíamos entendido.

No lo amamos.
No sabíamos expresarnos
con más voz que la del ruido.
Como si el amor tuviera
más de ausencia que de olvido.

Llegó la tarde,
pobre hija de la mañana que,
temprano había partido.

La tarde abortó la noche,
y no buscamos reposo;
no había sed en nuestra almas,
sed verdadera, sed grande.

Todo era ruido, ruido cobarde,
Ruido por ruido, ruido sin arte.

Así logramos
no dejar rincón del cielo
sin saber de nuestro aliento,
suave en principio,
rudo a su tiempo.







Y nosotros también inventamos el amor. 10
Pero estas noches, últimas,
no tenían el sabor de las primeras,
noches aquellas, que abundaron en sabor
de época buena.

¿Las recuerdas?
Pues despierta
¡Di que es cierto!

¿Por qué aludes al silencio?
¡Ya no es nuestro!

No hay quietud en tu inconsciencia.
Estarás gritando fuerte,
muy de tu dormir adentro:
¡El Silencio ya es leyenda!

Y lo es, porque
¿Qué ha sido
de aquel solitario inerte,
que por odio a su silencio
dijo: -Hágase la luz,
y también con ella el ruido?

Búscate en el Universo
hasta el extremo confín,
un alma que se haya muerto,
y no tenga ya ni oído
para entender un rumor.

Y también ¡Que horror!
Un alma que no ha nacido,
y no esté pidiendo a gritos
su dolor.

No hallarás el tal milagro
de una voz muda por siempre,
sin que el silencio le tiente
como débil enemigo.

Despierta, Doncella muerta,
que yo,
estoy muy cerca.

El Silencio ya es leyenda.
El silencio puro;
ese que robé contigo;
ese que lloramos juntos,
sin oírlo.







Y pensar que este verano 11
nos prometió luz eterna,
y aunque juró quedo y suave
lo escuchamos.

Que se pierda,
que nos lleve de la mano
en su noche larga y buena;
que al fin tiene el canto amable
de los sapos y los grillos,
de los ríos y de los vientos,
que no sueñan con estrellas,
que no duermen las fatigas
del día desaparecido.
¡El Silencio ya es leyenda!

Voy a cantarte despacio,
por amor a ese pasado
de mutismo,
lo que siento necesario
para darte en obituario
mi realismo.

Doncella incierta,
mi amiga del amanecer velado:
del pobre silencio,
por nosotros sentenciado,
llora por él
lo que por mi no has llorado.

Yo sonreiré por ustedes
como puedo, como quiero:
¡Desgraciado, por no poder encontrarlos!

El Silencio ya es leyenda.
¡Leyenda tú!
Por lo mucho que me has abandonado.

¡Se desintegra tu ser,
y yo esperando!
Llamándote
sin poder vivir callando lo vivido,
lo soñado.

Dulce ser...
que un día me dijo en silencio.....
pero ya no puedo recordarlo....
el Silencio..... ya es leyenda......
este Verano nublado.....






Laralá....lá....lá 12
Canto para la mujer que fue...
Canto porque fui testigo
del Silencio.....que se ha ido...
Laralá....lá....lá....

...............................................................

Perdón, mi ya muerto amor:
No has sido tú.
No fui yo.

Perdón, y otra vez dolor.
Donde tú estás yo suspiro;
donde yo estoy tu no puedes.
Duerme ¿Quieres?

Con el libro de las páginas obscuras
bien abierto entre las manos,
te pregunto:
¿Qué mitigo?
¿Esa sangre que te ahoga el corazón?
¿O mi voz,
resentimiento que castiga tus oídos?

¡Que ilusión!
Tus rodillas en la tierra,
dan por terminado el trato
que con otros celebramos.

¡Que radiante sumisión!
Hacer nuestro el estampido,
de las armas hermanadas
con quejas de hombres heridos.

Creernos parte del Mundo,
que, en locura degradante,
hizo de la vida un ruido
que no tuvo fin delante.

Perdón, mi ya muerto amor.
No fuimos nosotros dos,
no quisimos.
Era tan solo el rencor
de no ser los exclusivos,
bajo el Sol.

Pero ya no somos dos;
ya no existimos.

Quédate aquí donde estás:
tu tibia tumba mis brazos,
tu fosa abierta mi pecho.




Yo voy por ese camino 13
que ya hace rato me espera,
que me siente, que me anhela.

No quisiera, de verdad,
buscar tan torpe destino;
mas, esta voz se desborda
de una garganta sin freno,
y pide que así revele
mi secreto.

Escúchenme quienes pueden:

Hoy la cruz de los altares he mirado.
Está estirando los brazos,
parece que ha despertado
de su sueño tan inerte.

Creo que nos mira.
Y ya sé lo que dirá
cuando su voz sea tan fuerte,
que aún sin querer se entienda.

¡Háganse a un lado –gritará-
vengo de nuevo, otra vez,
porque ya me han despertado.
Y les digo con voz mía,
que, por tan grande contienda
contra mi sueño sagrado:
hoy les privo para siempre
con esta sentencia impía,
del silencio despreciado!
¡El Silencio ya es Leyenda!

......................................................

Termina lo que comienza,
lo que principia se acaba.
De nuevo estoy en el templo,
Y ahora: por siempre soy nada.

Dolor: ¡Que grande silencio
ese que por ti deseaba!
¿Volverá a mi algún día?
Por esa Doncella mía
tengo la vida olvidada.

Hay otra cruz en la tierra,
y está por siempre callada;
el Sol ya se asoma a verla,
y me ilumina en la cara.




Ya siento de nuevo el viento. 14
Ya comulgo,
ya en el altar de ese templo
he devuelto el libro viejo.

Sin mirar reloj, ni tiempo,
ya no sueño;
ahora pienso
que, con paciencia, y de nuevo,
ella me estará esperando,
esperando que algún día
con mi sombra la despierte,
así, pisando la hierba
en el reino de la muerte,
de la vida eterna y larga.

Llegaré, me lo prometo,
porque soy el que ella espera,
y ella la que iré buscando.
Ella es mi Doncella amiga
del amanecer velado,
y yo, el que siempre callado
la voy a seguir amando.

El Silencio ya es leyenda
¡Que siga el ruido en el Mundo!
¡Que sigan todos gritando!
Yo, por amor a mi amiga
dejo todo perdonado:
la Leyenda del Silencio
en silencio la he cantado.

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