domingo, 30 de marzo de 2008

BENHALLADA. LA HISTORIA ORIGINAL DE LOBO LUNA AZUL

BIENHALLADA ..... La historia original de Lobo Luna Azul

A lo largo de esa fría noche invernal agravada por la recia tormenta, la manada había fracasado en todos los intentos de conseguir alimento: aún las raíces y hierbas que suelen mitigar el hambre de los lobos a falta de un buen bocado animal, estaban ausentes por causa de la espesa capa de nieve que cubría los bosques... aquel había sido un invierno extremadamente cruento, y con seguridad muchas de las especies serian diezmadas haciéndose notoria su ausencia para la próxima Primavera... el instinto de la manada le conducía en una dirección, y su olfato en otra, porque de los montes emanaba un olor a pino congelado, el cual abría la posibilidad de que algún animal o ave muertos por el frío hubiera venido a caer entre los blancos arbustos, con la sangre conservando aún un poco de calor.

Lobo Luna Roja, como jefe de la manada, sabia que debía tomar una decisión acertada para que, por lo menos esa noche encontraran un refugio, ya que no alimento, si deseaban estar con vida y alientos para renovar la cacería al día siguiente... así pues, aprovechando el fulgor de los rayos entre la ventisca, examinó el horizonte en el entorno circular a modo de descubrir las montañas en donde, con seguridad, encontrarían algunas de aquellas cuevas que en ocasiones les servían de morada cómoda y segura para reposar mientras amanecía o pasaba la tormenta.

-Vamos –ordenó Lobo Luna Roja a la manada- tiremos hacia las alturas antes de que se nos entuman y congelen totalmente las patas... las hembras inmediatamente detrás de mi, y los machos resguardando los flancos y la retirada.... vayamos de prisa, ya que afortunadamente por este invierno no ha habido cachorros que proteger, y solo Luz del Alba, mi compañera, está a punto de parir.

Y en efecto, como las hembras habían presentido la dureza del clima que se aproximaba por esa temporada, se habían abstenido de quedar preñadas y de engendrar lobeznos que de seguro vendrían a morir como víctimas del intenso frío. Luz del Alba, la más fiel compañera de Lobo Luna Roja, solía darle un cachorro por temporada, y hasta la fecha tan solo se contaban dos descendientes ya adultos, uno de cada sexo, y de nombres Dulceoro y Oplex, porque en la manada no resultaba conveniente el exceso de población en razón de el escaso alimento posible de conseguir mediante la cacería.

El grupo, manteniendo su unidad, tomó entonces el rumbo a las colinas internándose de inmediato entre los pinares que convenientemente atenuaban la tormenta, y reconociendo el terreno el líder enfiló hacia el sendero que les conduciría finalmente hacia las rocas, y la posible seguridad de alguna cueva. En realidad la manada tan solo se componía de doce elementos con parentesco muy estrecho entre sí, pues eran no mas que otros dos jefes con sus respectivas familias, y de nombres Bruno el mas joven, y llamado así por el tono moreno de su pelaje, y Victorioso, el mayor, por el triunfo que siendo aún cachorro, obtuvo frente a un osezno gris. Así pues, Lobo Luna Roja, Bruno y Victorioso tomaron la delantera para ascender el terreno rocoso y localizar de inmediato la posibilidad de una cueva.

Al atravesar el pinar y en terreno despejado, los machos se dieron a la búsqueda urgente de alguna oquedad, repegándose a los muros de dura roca por ser nula la visibilidad; en ese peligroso intento no eran raras la heridas que en la piel de los animales les provocaban las filosas y heladas salientes de piedra, lo cual no les detenía en su intento por parecerles más necesario resguardar sus vidas que la integridad de su pelaje.

-Auuu...auuu...auuu- con tres cortos aullidos anunció Lobo Luna Roja el éxito de la búsqueda: una profunda cueva en la que ya antes se habían alojado alguna vez, y que de inmediato reconoció. Toda la manada se apresuró a entrar para quedar bién protegidos y poder recuperar el calor corporal.


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Ya una vez acomodados en el interior y apretujados los unos entre los otros fueron encontrando reposo y calor.... al cabo de algunos minutos cesó la tormenta por lo que se sintieron aún mejor y con el cuerpo al fin seco.... Toda la manada se hundió en un profundo sopor de fatiga y debilidad.

El dormir de los lobos era tranquilo y apacible, y en el exterior ya también se había hecho el silencio, por lo cual fue posible que la extenuada familia lobuna pudiera, a pesar de su profundo sueño, percibir como desde el fondo de la cueva se escuchaba algún insistente y agudo ruido que no parecía tener origen animal. Aunque todos lo escuchaban, y no se resolvían a abandonar su descanso, sin embargo pudo más su instintiva reacción al peligro, y finalmente Bruno levantó la fatigada cabeza para olfatear en el entorno y advirtió en voz baja: -Lobo Luna Roja... despierta.... en esta cueva, además de los olores comunes se percibe también ahora el olor humano.... recuerda que ellos nos atacan siempre que les es posible.

El de la Luna Roja tuvo de inmediato una violenta reacción al escuchar el término “Humano”, y de golpe le vino a la memoria la noche en que, siendo aún un cachorrillo, la jauría humana y perruna cayó encima de su madriguera, acribillando con sus armas de fuego a toda la familia de la que él formaba parte, y como, solo por ser el aún muy pequeño le fue salvada la vida por una dama que acompañaba a los cazadores y abogando por él lo tomó en sus brazos, llevándolo a una granja para alimentarlo hasta que estuvo lo suficientemente fuerte, y luego fue dejado en libertad volviendo a los bosques. De ahí le venía el nombre, pues por haber ocurrido aquello a finales de la época Estival, y principio del Invierno, en su dolor de horfandad Lobo aullaba todas las noches a la Luna que por la época se miraba de luminoso tono rojizo, tomando para si el nombre de LOBO LUNA ROJA. Así pues, era él quien más sabía de los humanos, y de como los lobos eran objeto de despiadada persecución sin justificación alguna, pues no atacan al ser humano en tanto que poseen esa mala fama, pero si son ferozmente perseguidos y temidos por los que, si acaso sufren pérdidas ocasionales en sus corrales y ganadería entre las fauces de ciertos lobos que no han conseguido su alimento natural.

Lobo Luna Roja pudo confirmar mediante el olfato que, en efecto, el olor humano se percibía desde el fondo de la cueva... gruñendo alertó a toda la manada, que fue despertando sin que de momento acertarán a tomar una determinada actitud: bien de huida, o por lo contrario, de ataque, ya que en su instinto natural no se encuentra la acción de combatir con los humanos, sino solo de hurtarles alimento animal ocasionalmente.

Inquietos se revolvían los lobos en el interior de la cueva, cuando el ruido se les hizo más audible, y fue entonces que el de la Luna Roja pudo determinar: - es el llanto de un cachorro de humano, quizá estén con el sus padres, y si tienen armas lo mejor será que huyamos, pues así nada podremos en contra de ellos.

-Yo lo atacaré. –anunció Victorioso dirigiéndose al fondo del refugio, y demostrando como en su audacia pensaba que luchar con un humano seria como hacerlo con aquel pequeño oso que él venció tiempo atrás. El de la Luna Roja intentaba detenerlo, pero Victorioso ya había llegado hasta el sitio en que, a unos pasos dentro, con el favor de su aguda vista nocturna pudo deducir: -Si este es un humano son bastante pequeños, no creo que sea necesario luchar con él, y en cambio si parece que nos alcanzará para comer un buen bocado a cada uno de nosotros.

-Los cachorros de humano nunca van solos... ten cuidado Victorioso, que pueden andar por aquí. –le previno Luna Roja, y toda la manada se apresuró a revisar el total de la cueva, sin encontrar a nadie más que a aquella criatura la cual, ya bien vista, revelaba en su inocente debilidad tratarse tan solo de un bebé envuelto en mantillas, únicamente con el


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rostro descubierto, y que ahora lloraba en forma continua, aunque tenue, demostrando con ello su condición de recién nacido.

Aunque los demás olisqueaban y observaban sorprendidos, la experiencia de Luna Roja le permitió reconocer algo a los que sus compañeros no estaban acostumbrados, y pronto tomo la palabra apara determinar: -Se trata de una hembra... debe tener muy pocos días de nacida, y está envuelta en mantas que acostumbran los humanos para protegerse del frío... no es explicable que le hayan abandonado , porque ellos no proceden así... lo más probable es que a alguno de sus padres le sorprendió la tormenta, y por precaución le dejaron aquí y seguramente volverán por ella.

Para cuando lo hagan ya la habremos comido... nos caerá bien un bocado, ya que no está helada y su sangre escurrirá caliente. –opinó Victorioso.

No está en nuestra naturaleza devorar humanos –protestó Luna Roja- usa tu olfato, y comprobaras que no nos es apetecible.

En efecto, Victorioso se afanó en olisquear el pequeño bulto, para finalmente aceptar:
-No, no es grato al paladar.... pero ¿entonces que haremos con ella?

-Lo mejor es dejarle donde está... alguien volverá por ella y no conviene que nos encuentren cerca. –comentó el jefe de la manada. –Vámonos... y lejos de aquí ahora que ya amainó la tormenta.

-Otra vez a sufrir. –se quejó Bruno, y todos empezaron a tomar la fastidiosa retirada.

Avanzaban en tropel rumbo a la salida, cuando Luz del Alba, estremeciéndose anunció: -Creo que empiezo a tener espasmos de parto. –y ciertos movimientos en su cuerpo confirmaron lo que ella anunciaba

Lobo Luna Roja reflexionó un momento, para concluir: -Aún falta mucho para el amanecer, creo que podrás alumbrar aquí a tu cachorro sin peligro de que regresen por la pequeña humana. –y luego ordenó: -Victorioso, colócate a la entrada de la cueva para que nos alertes si se acerca algún humano.

El alumbramiento, como de costumbre de un solo lobezno, esta vez macho, ocurrió dentro de una calma absoluta, a la que pareció contribuir una total claridad en el cielo, y la ausencia de tormenta o ventisca. En tanto Luz del Alba se ocupaba del recién nacido, Lobo Luna Roja atendía con cierta curiosidad y alguna experiencia a la bebe que con los lenguetazos y lamidas del animal parecía encontrar consuelo... también se ocupo en reconocer a su nuevo vástago, al cual, y por observar que esta vez el tono de la Luna que ya caía en el horizonte tenia un tono azulado por efecto de la tormenta de la noche anterior, decidió nombrarle LOBO LUNA AZUL...ya casi al amanecer y en tranquilidad, los lobos deliberaron para tomar alguna decisión tocante a lo que harían esa mañana.

-Por lo pronto alejarnos de aquí y llevarnos a nuestro cachorro, pues todavía cabe la posibilidad de que regresen los padres de la criatura humana. –recomendó el jefe de la manada, sugiriendo después: -aunque... como sé que los humanos deben ser alimentados constantemente, no estaría mal que Luz del Alba le amamantara, ya que por esta ocasión también hemos tenido una sola cría, y la loba estará sobrada de leche.



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-No tendré inconveniente en hacerlo si la cachorrilla acepta el alimento, -opinó Luz del Alba- mi bebé ya ha quedado satisfecho, y no me agrada andar luego escurriendo por ahí el sobrante.

La loba procedió a ofrecer el apéndice mamatorio a la pequeña humana, la cual lo aceptó succionando con avidez. Esto sorprendió a todos, que con complacencia paternal aceptaron el hecho. Es bien sabido que entre algunas especies animales existe un instinto natural por proteger a los pequeños de otras especies.

Cuando el hecho se hubo consumado a satisfacción la bebita quedó totalmente entregada al sueño, situación que aprovechó la manada para deliberar nuevamente. –Creo que sus padres volverán a buscarla, y ahora si será prudente que nos alejemos ¡En marcha, pues! –ordenó Lobo Luna Roja.

-¿Y si se dá el caso de que sus mayores han muerto? –preguntó preocupada la Loba.

-No sabemos que les pudo haber pasado –comentó el macho- y lo mejor será que no nos arriesguemos, pues nos consideran sus enemigos.... peor nos odiarán si suponen que le hemos hecho daño a la pequeña.

-Mas me preocupa a mi lo que un oso pueda hacerle a la cachorrilla. –se quejó Luz del Alba- Ellos si son devoradores de humanos, y esta cueva ha sido ocupada antes por osos cuyo olor aún se percibe.

Luna Roja reflexionó un momento, y finalmente aceptó: -Bién, la llevaremos con nosotros... pero tu te harás cargo de ella, y eso solo en pago y memoria de que cuando los humanos asesinaron a mis padres, una de las hembras humanas se hizo cargo de mi para que no muriera en medio de la pradera. Toma a tu cachorro por el cuello, que yo haré lo mismo con la pequeña que, si bien no tiene la piel adecuada para tomarla entre mis dientes, lo puedo hacer mordiendo las mantas que le cobijan.

La manada abandonó la cueva, para acudir al refugio que bien conocían en la pradera, y al cual, ya con el día despejado les seria fácil dirigirse.

Después de andar un tiempo, los lobos se tomaron oportunidad para un descanso, al amparo del bosque en el que pudieron cazar algunas liebres para refaccionar sus energías. Luz del Alba, ya algo repuesta de su reciente parto tuvo el interés de preguntarle a Lobo Luna Roja: -En cuanto a tu hijo ya hemos acordado que llevará el nombre de Lobo Luna Azul, y tratándose de la pequeña humana ¿cómo le llamaremos?

El Lobo se tomó un momento para decidir y sentenció: -Para su buena suerte fue encontrada por nosotros, que no tenemos el hábito de devorar a humanos.... por eso podemos decir que fue bién hallada... si, eso es, le nombraremos BIENHALLADA.





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La manada superó el invierno como habitualmente lo hacia cada año, y al llegar la Primavera se encontraban en perfecto estado de salud, habiéndole cobrado un grán cariño a la pequeña bebé humana, a la cual todos procuraban y protegían, pues esta, tomándoles por sus protectores naturales, había llegado a confiárseles plenamente y dependiendo en forma absoluta de ellos, quienes a su vez le mimaban y consentían, y resultando una excelente compañera de juegos para el también pequeño Lobo Luna Azul.

Si acaso Bienhallada les parecía un poco torpe en comparación con el lobito, admitían que los humanos pueden crecer y desarrollarse de modo diferente; y lo mas extraño que observaban en ella era su modo de caminar con las patas traseras dobladas, en vez de erguirlas totalmente como lo hacia Lobo Luna Azul.... y también, por supuesto, el que no tuviera rabo ni el cuerpo cubierto de pelo, aunque a ella le resultaba innecesaria la ropa.

Los meses pasaron en la ligera convivencia de la manada, y la pequeña humana se iba adaptando cada vez mas a la vida propia de los lobos. Aunque no fuera del modo correcto, sino sobre sus rodillas y las manitas empuñadas, Bienhallada ya alcanzaba a desarrollar una buena velocidad en la carrera, y hasta olisqueaba el ambiente e intentaba aullar del modo que lo hacían sus tutores. Mientras el lobito ya no dependía de la leche materna, Bienhallada insistía en seguirlo haciendo hasta el momento en que Luz del Alba sintió que ya no era factible la producción del alimento por ser sus ciclos mas cortos, e intentó hacer que la adoptada comiera de la carne que los machos traían de sus cacerías para la satisfacción común. Tal situación pareció no agradar a la chiquilla que aún no tenia dientes como su hermano de leche. Sin embargo, era tal el cariño y la inexplicable devoción que la manada le profesaba a Bienhallada, que empezaron a procurarle alimentos tiernos y dulces frutos.

Casi al final del Verano ocurrió que, la manada en pleno, decidió llevar a cabo una expedición por tierras lejanas a su guarida, y marchando pausadamente fueron avanzando hasta acercarse a los valles que desde lo alto de las montañas se miraban plenos de verdor y calidez. Ellos, los lobos, sabían que por esos lugares y tiempos abundaba la buena cacería que les permitiría estar bien alimentados para cuando se aproximara de nuevo el Invierno. A la zaga, y siempre juguetones, se deslizaban Lobo Luna Azul y Bienhallada, a la que ya superaba en talla y estatura.... la chiquilla parecía no desarrollar mucho, y esto preocupaba a Lobo Luna roja.

La manada vagabundeó por algunas semanas encontrando buenas presas a su paso, y quedando siempre satisfechos por los atracones y la holganza. Hasta los mayores se encontraban siempre de buen humor, ágiles y contentos tanto como para juguetear con los dos pequeños.

Y ocurrió que, una noche de amplia claridad en el cielo, y mientras las estrellas y la Luna brillaban con plenitud , la manada en su vagabundeo fue aproximándose a cierta región del valle que les era desconocida... paso a paso se fueron dirigiendo hasta un lugar en el que por la proximidad de un cañón natural, el viento les fue llevando los compases de cierta algarabía para ellos extraña. Tratábase de una aldea que se hallaba al otro lado del cañón, y en la cual los labradores celebraban una fiesta. Los lobos, persiguiendo el motivo de su curiosidad y confundiéndolo con el balido de una manada de renos, no repararon en que su andar les acercaba a la región en donde los humanos habitaban en común.





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La aldea fue quedando ante la vista de la expedición, y tan solo Lobo Luna Roja acertó a advertir: -¡Cuidado! Debemos alejarnos, pues se trata del lugar en donde conviven los humanos.

Pero el alegre festejo que, rebozaba de risas, música, cantos y luces pudo más que el temor de los lobos, quienes opinaron: -Aquí no se percibe peligro..... Todo parece ser alegría.... quizá los humanos no son tan malos... por ahí se miran otros animales y no parecen tenerles miedo...

Todos esos pareceres fueron razones inútiles para el jefe de la manada, quien por su misma experiencia con los humanos sentenció: -Es inútil... en cuanto nos presientan cambiarán su ánimo y vendrán a perseguirnos y matarnos: somos irremediablemente odiados por ellos.... ¡Vámonos de retirada!

Los lobos, obedientes a su jefe y a pesar de la fascinación que el festejo les imponía fueron cambiando su dirección prudentemente para volver al cañón en silencio..... ya habían caminado un largo tramo, cuando el Lobito de la Luna Azul advirtió alarmado: -¡No viene con nosotros Bienhallada!

Los lobos comenzaron a olfatear el ambiente en busca del olor de Bienhallada tratando de localizarle, pero fue el cachorro quien, por estar más acostumbrado a detectar a la pequeña humana, de inmediato le percibió allá en el valle, andando a gatas, y ¡Ya casi en la proximidad del lugar en donde se celebraba el festejo de los humanos... y las luces que iluminaban la aldea ya la hacían visible para sus congéneres!

El grupo humano se desconcertó, pues la bebé atrajo la atención de algunos celebrantes, quienes al mirar a una niña gateando desnuda sobre la hierba fueron a tomarla para sí, intentando reconocerla. El festejo y la música fueron interrumpidos por el hecho que captó la atención de todos los aldeanos, entre rumores y exclamaciones de sorpresa.

El pequeño Lobo Luna Azul reclamó de inmediato: -¡La han apresado.... tal vez la quieran matar por ser una de nosotros!

Victorioso de inmediato amenazó: -¡Atacaremos entre todos y la rescataremos! ¡Vamos...
Prepárense para la lucha!

Sin embargo, Lobo Luna Roja que, con más serenidad observaba el acontecimiento ordenó autoritario: -¡Silencio... nadie se mueva!- y como tratando de encontrar una solución adecuada a las circunstancias miró directamente a la Luna que brillaba en lo alto, absteniéndose de aullar por el peligro que eso les atraería... reflexionó unos instantes, y luego, pareciendo que tratara de tragar algo impasable para su garganta informó a la manada: -No... no haremos nada... Bienhallada ha regresado con los suyos... estará mejor entre ellos. –y al dictar esa orden no pudo evitar que sus ojos brillaran humedecidos por el llanto.

Luz del Alba se atrevió a protestar: -¡Es mi cachorrilla, la hermana de Lobo Luna Azul!

-No lo és. –le aclaró el macho- Tan solo le protegimos en su desamparo, como alguna vez lo hicieron ellos conmigo... la pequeña no es de los nuestros, y no debe criarse entre los lobos. Estará mejor entre los suyos.





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El lobito se quejó con dolor: -Ella es mi hermana ¿Con quién habré de juguetear y acompañarme ahora?

Lobo Luna Roja miró fíjamente hacia lo que ocurría en el medio de la aldea, donde ya todos tenían la atención puesta en Bienhallada, y conteniendo lágrimas y rabia expresó con dolor: -Yo también la amaba.... pero no es nuestra.... o, más bien: solo lo fué por algún tiempo y mientras recibía lo que pudimos darle... lo que necesitaba de nosotros....Si se fijan en ella, notarán que se la mira alegre, entusiasmada y deslumbrada por los humanos, la aldea y las luces... eso es a donde ella pertenece. Vámonos lejos y pronto, antes de que los humanos traten de indagar quien ha traído a Bienhallada.

Muy a disgusto la manada obedeció la disposición del jefe, quien apresuró el paso para alejarse de la aldea y traspasar el cañón, alejándose lo más posible del lugar en donde quedaban los sentimientos que experimentaba con una mezcla de odio, frustración, fracaso,
pérdida... y acaso, un poco de gratitud hacia un rostro femenino que creyó reconocer entre la multitud de aldeanos.....

El triste grupo de lobos anduvo toda la noche sin sentir el cansancio, tomaron el camino de regreso a su madriguera en medio de una grán tensión que ni siquiera les permitía comunicarse entre si, pues cada uno iba sumido en sus cavilaciones.... si acaso, de vez en cuando debían detenerse para que el cachorro Lobo Luna Azul aullara dirigiendo sus lamentos hacia el satélite que, por esa noche, carecía de color... con una absurda blancura totalmente inexpresiva.

2 comentarios:

Manuel2589 dijo...

Me recuerda un poco el libro "El Llamado de la Selva", pero con una niña feral y una comunicación más fluida entre los animales. Interesante ;)

Michel dijo...

Hola Estuve visitando tu blog y me parece muy interesante, permíteme felicitarte. Sería para mi muy agradable contar con tu blog en mis 2 directorios y estoy completamente convencido que para mis visitas que no son pocas será de mucho interés. Si lo deseas no dudes en escribirme muchos Éxitos con tu blog.

Un saludo
Franck Michel Reyes
WebMaster
contacto: reycastillo08@hotmail.com